1.
Coordinando con compañeros de todos los grados, haz una convocatoria y organiza una cooperativa, un banco de datos y de trabajos que esté disponible para todos y que sea gratuito. Decenas de promociones han pasado haciendo los mismos temas y ya no tiene sentido disimular alguna utilidad o esfuerzo. Que los mismos trabajos sirvan para que todas las promociones aprueben para siempre. Si todo es una farsa mecanizada, debe regirla ley del mínimo esfuerzo. Las represalias son improbables. Los profesores no tienen base moral para quejarse de recibir los mismos trabajos que ellos mecánicamente solicitan. Además, probablemente demoren algunas generaciones en darse cuenta.
2.
¿Tu profesor lee con atención los trabajos que le presentas, o lo valora y califica sólo por el volumen de sus páginas? Compruébalo. Introduce en medio del texto palabras o líneas que nada tengan que ver con el tema, copiados de cualquier libro o de un trabajo anterior. Si te llama la atención o si lo corrige cuando te devuelve el trabajo, di que fue un lamentable error y no pasará nada. Pero si no dice nada, aumenta progresivamente el volumen de las líneas –que ya serán párrafos- extraños al tema en los siguientes trabajos. Si aún no dice nada, ya sabes que los profesores son como máquinas de poner checks, que se quedan satisfechos de ver cantidades y cantidades de páginas que no piensan leer en casa-con lo que les pagan-. En los próximos trabajos lo único que tienes que hacer es cambiar la carátula, los títulos, subtítulos y algunas palabras clave en negrita.
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