1.
Si los exámenes son objetivos, para marcar alternativas, coloca una nota al pie del examen y declara que has marcado todo por azar, así no sea verdad. De esta manera se pone en evidencia el carácter falible del examen y, quizá, la parte no corrompida del profesor comprenderá que todo es una parodia inútil.
2.
Una forma contundente de sabotear un examen es devolver, después de fingir que se ha estado escribiendo, la hoja en blanco. Si todos o casi todos los integrantes de un aula lo hacen, el profesor no tendrá más remedio que, sino quiere que se le haga lo mismo, prescindir de la formalidad y aprobarlos a todos, o ponerse a negociar sobre los nuevos términos de un nuevo tipo de examen.
3.
Otra fórmula es escribir en los exámenes afanosa y profusamente cosas que nada tengan que ver con lo que se pregunta o inquiere. Chamullar sin orden ni concierto. Escribir cadáveres exquisitos, automatismos psíquicos y toda clase de objetos surrealistas en los exámenes de Literatura, por ejemplo, sería una buena forma de poner al profesor en su anquilosado lugar. Que Breton se enorgullezca de ti.
4.
Hay una explícita fórmula que los estudiantes del Mayo francés publicaron en las paredes de París: “En los exámenes, responda con preguntas”. Debería ponerse en práctica. A una pregunta en la clase de Física, preguntar: ¿De qué manera afecta la teoría del caos tu ya antigua fórmula? Cuando en la clase de Filosofía o de Historia pregunten, por ejemplo, ¿cuándo murió Sócrates?, responder: ¿habrá sido la primera vez que alguien fue obligado a aprender su nombre de paporreta?
5.
Greil Markus dijo algo muy sabio que debería transcribirse al comienzo de cada examen, en la parte superior de la hoja, para dejarlas cosas totalmente en claro: “En todos los casos hay una respuesta aprendida para cada pregunta. Lo cual significa que no hay preguntas”.
6.
Los exámenes entrañan una pedantería insoportable: uno no tiene porqué demostrarles que uno sabe sus minucias. En el examen escribe tus verdaderos sentimientos acerca de la escuela y de los profesores, tus sueños más ocultos, tus deseos auténticos. Consulta, después, con un abogado disidente si es que quieres evitar la expulsión. El caso, si es bien argumentada la defensa, podrá llegar hasta los Tribunales de La Haya.
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