Preguntas y objeciones frecuentes

"¡¿En llamas?!"

Puedes preguntarte si bromeo o hablo en serio. Pues bromeo, pero también hablo en serio (Bob Black dixit). ¿Por qué no? No intentamos incentivar a nadie en provocar daños físicos. Asumimos la quema de escuelas en sentido simbólico y festivo. Aunque recordamos que los muros de encierro escolar no son sensibles y hay mucho material inflamable posible en un aula de clases, no queremos que los estudiantes cambien los lápices de la sumisión por los cerillos de la ignorancia voluntaria. Recuerda, las paredes de la escuela también están en tu cabeza, incendiar tus propias barreras mentales puede ser más subversivo y trasgresor de lo que parece.

Cuando dos jóvenes leen un libro por placer, y no para ser calificados por un maestro, están incendiando una escuela, poniendo en práctica el aprendizaje auténtico y demostrando que es una institución inútil. Pero cuando una escuela les impide hacerlo, y les indica lo que tienen que leer (cómo-cuándo-dónde), están controlando su tiempo, haciendo cenizas la voluntad y los verdaderos deseos de estos jóvenes. ¿Vas a permitir que apaguen tus llamas?

"Para aprender, necesitamos de las escuelas".

Los centros de enseñanza especializada se sostienen de un falso argumento: la Escuela es sinónimo de aprendizaje y, fuera de ella, el conocimiento es imposible o inexistente. En efecto, es probable que, fuera de la escuela, el conocimiento no sea valorado en términos de productividad ni de competencia (ni por los educadores ni por los propios estudiantes). Es decir, aprender sin certificados no es algo remunerado y es intuíble que las notas de hoy representan psicológicamente lo que mañana será dinero.

Lo cierto es que estar en contra de la escuela no es lo mismo que no estudiar. Oponerse a la escuela no es lo mismo que oponerse al aprendizaje o la enseñanza. Oponerse a la escuela es oponerse a la sistemática alienación educativa y a la especialización. Queremos generar la capacidad de aprender fuera de la escuela (o mejor, ¡sin escuelas!) y, de este modo, cuestionar la estructura social que lo impide. Para aprender no necesitamos dinero, ni escuelas. Necesitamos tiempos y espacios libres de obligaciones, en los que empecemos por conocernos a nosotros mismos en interrelación con nuestro medio autorregulando según cada circunstancia los métodos y las formas.

Nosotros decimos: “Aprendemos en todo momento y en todo lugar”.

Cuando jugamos con nuestros amigos y coordinamos sin coordinador. Cuando amamos y construimos nuestra vida sobre la amistad y el compartir cotidiano lejos de las obligaciones y los hipócritas "buenos modales". Cuando descubrimos las características de las personalidades de nuestras amistades, o desconocidos, luego de intensas charlas. Cuando observamos el movimiento de las nubes, el deslizamiento de las aves y la sonrisa de los niños, y empezamos a pensar en el mundo que nos rodea, cómo nos afecta, e imaginar otros mundos. Cuando vamos a buscar aventuras en lugares aún desconocidos. Cuando hacemos todo esto sin más pauta que la propia voluntad: ¡estamos aprendiendo! No estamos perdiendo el tiempo. Lo estamos ganando para nosotros mismos.

"¿Qué está mal en la escuela?"

Todo.

- La existencia de maestros, especialistas, cabezas de grupo –¡cada uno tiene su propia cabeza!- y supuestos “dueños del conocimiento” y la verdad absoluta. Sus palabras incuestionables y su absoluta autoridad para determinar:
- Cuándo y de qué modo podemos expresar lo que pensamos o en qué momento ir al baño.
- Cuándo debemos leer qué cosa o hacer qué trabajo intelectual o manual.
- El condicionamiento como método de convivencia:
- Los premios. Notas, diplomas y condecoraciones del mundo escolar que representan lo que en el mundo laboral será dinero, jerarquía y aceptación social.
- Los castigos. Normas de convivencia establecidas por agentes externos de disciplina que, evidentemente, desconocen cualquier clase de oposición o inquietud que son calladas por (temor a) la sanción, la burla o la marginación.
 - Los horarios, que dividen nuestra vida en:
- Momentos de enseñanza obligada y aprendizaje aburrido. Momentos controlados por los condicionamientos culturales y el fúnebre ambiente escolar, el eterno silencio del aula de clase, las anotaciones que pronto serán borradas de la pizarra, las imágenes que no pueden salir de nuestras cabezas (la clase sobre madurez y normas escolares, la bandera nacional, el 2+2=4, el inflexible rostro del auxiliar y los gestos cansados del profesor) la ausencia -y cada vez más desesperada necesidad de- espontaneidad (que, de hacerse realidad, se convertirá en acto de indisciplina y probable castigo).
- Momentos de ocio inútil y forzado. Momentos para descansar de la escuela, y prepararse para volver a la escuela; es decir, momentos para hacer "otras cosas" sin dejar de pensar en la escuela. Otras cosas como hacer las tareas de cada curso y limpiar el uniforme... de la escuela. "Mentira, todos los días son lunes por la mañana" (Rodrígo Urzúa en La reconquista del juego). “La peor obligación es la de tener que divertirse” (Carlos Mayhua en Entre cuadernos y barrotes).
"Plagiar es malo, mejor es estudiar".

- Dicen que plagiar es malo. Esto puede ser cierto, pero para quién entiende que la escuela, en su conjunto, es una institución productora de maldad (entendiendo por maldad: miedo, obligaciones y aburrimiento) el plagio es sólo una de las formas más sutiles de salir librado de una tarde perdida, encerrado en una biblioteca y memorizando fechas de libros infinitos. Si estudiar es una obligación, es preferible no ser hipócrita y poner en tela de juicio las “bondades” de la educación escolar.

- Dicen que plagiando no se aprende, y esto es evidente. Plagiando no aprendes lo que otros quieren obligarte a aprender. Y, esto también es evidente, uno plagia para no aprender aquello que no quiere aprender. Desde luego, plagiar no es una obligación y estudiar tampoco es malo; lo malo es pensar que somos mejores personas sólo porque obtenemos una buena calificación, o nos hacemos infelices para conseguirlo.

- Pero hay algo más que decir sobre el aprendizaje: ¡con los exámenes tampoco se aprende! Sólo se memorizan números, fórmulas matemáticas y fechas cívicas de acontecimientos que, por lo general, son intrascendentes para resolver nuestros problemas cotidianos.

Hay miles de otras formas de expresiones sinceras que demuestran lo aprendido: el teatro, la música, la pintura, los juegos, las charlas libres. Con los exámenes no se aprende sinceramente, sólo se intenta regular el conocimiento, promoviendo la competencia y la lectura forzada, y trivializarlo con estándares calificativos.

- Escuelasenllamas! no pretende promover ni censurar el plagio. Pero quiere recordar que es una forma de resistencia individual, muchas veces tomada inconscientemente, muy clásica que se pone en práctica entre escolares de ayer y hoy, y que quizá con mayor profundización podría generar reflexiones sobre lo que queremos aprender y sobre cómo queremos aprender.

Plagiar es quitarse una cadena dentro de una cárcel, no acabar con la cárcel. Ciertamente, el plagio puede ser una forma sutil de aceptación e, incluso, una forma caprichosa de adquirir la imagen de “buen estudiante”. El propósito del plagio como forma de resistencia a la educación obligada no ha de ser la obtención de una nota aprobatoria, la felicitación del director, los diplomas o los aplausos del aula. Eso es lo mismo que promueve la psicología de condicionamiento escolar. Ya han existido formas demasiado ortodoxas de desobediencia: como fingir una enfermedad para no presentarse a clases, pero si para quedarse en casa viendo pasiva y sumisamente la televisión. Puaj.

Por el contrario, el plagio habría de ser -en base a un mínimo de sentido común- la simple vulneración de las leyes y las obligaciones para realizar nuestras propias experiencias. Un planteamiento de liberación del tiempo: en lugar de estudiar cosas que no nos interesan, toma un libro, prepara una comida y compártela en casa, disfruta de cada minuto que recuperas para tu salud emocional y no para demostrar “cuánto sabes”, sal a pasear, visita a tus amistades, conoce lugares aún desconocidos, conversa contigo mismo, escribe un diario, siembra una flor.

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